FELIZ DIA DE SANT JORDI, fiesta tradicional catalana en la que los hombres regalan una rosa roja a su enamorada y ellas les regalan un libro.
Es una tradición muy bonita en la que las plazas y ramblas se llenan de flores y libros y muchísimas personas de todas las edades.
Difícil de entender para quien no lo ha vivido nunca, la fiesta de Sant Jordi es una jornada festiva y popular en que las paradas de libros, las rosas y especialmente ríos de gente, toman las calles de todas las localidades catalanas. La celebración no puede ser más sencilla: el ritual consiste en pasear, comprar una rosa, un libro o las dos cosas, para regalar a las personas queridas, familiares y amigos. Aunque no es festivo, Sant Jordi y el paseo obligatorio llenan las calles y plazas convirtiendo la jornada en una singular fiesta nacional que se celebra en un día laborable
Según la tradición popular, San Jorge era un militar romano nacido en el siglo III en la Capadocia (Turquía). El santo, que servía bajo las órdenes del emperador Diocleciano, se negó a ejecutar un edicto del emperador que le obligaba a perseguir a los cristianos y por esta razón fue martirizado y decapitado por sus coetáneos. Muy pronto se empezó a venerar como santo en la zona oriental del Imperio Romano y enseguida aparecieron historias fantásticas ligadas a su figura.
La gesta de san Jorge y el dragón se hizo popular en toda Europa hacia el siglo IX y fue recogida por el arzobispo de Génova, Iacopo da Varazze, más conocido como Iacobus de Voragine, en 1264, en el libro 'Legenda sanctorum'. En esta versión, sin embargo, la acción transcurría en Libia.
La versión de la leyenda más popular en Cataluña explica que en Montblanc (Conca de Barberà) vivía un dragón terrible que causaba estragos entre la población y el ganado. Para apaciguarlo, se sacrificaba al monstruo una persona escogida por sorteo. Un día la suerte señaló a la hija del rey, que habría muerto de no ser por la aparición de un bello caballero con armadura que se enfrentó al dragón y lo mató. La tradición añade que de la sangre derramada nació un rosal de flores rojas.
Esta misma leyenda, con ligeras variaciones, se repite en las tradiciones populares de Inglaterra, Portugal y Grecia, entre otros países.